Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

viernes, 29 de enero de 2016

¡Tengo to’a vaina!

Eso decía mi amigo cuando le preguntaba por algún disco de música venezolana.

 -Adolfo, tú no tienes el disco de Benito Quiros, en el que está la canción mis dos… Antes de terminar la oración, mi amigo respondía: - Cara’, que ganas tienes tú. 

Pocos días pasaban y si corría con más suerte, minutos para tener la dicha de obtener el disco para mi deleite, en ese caso particular, el LP, grabado en disco compacto con la canción “Mis dos amores”, una jocosa pieza de música venezolana, que podría haber sido cantada fácilmente por Adolfo, quien tenía virtud del margariteño, la instantánea gracia autóctona. 

Nueve o diez años mi edad cuando conocí al Sr. Adolfo, así me refería a él, con mucha formalidad antes de hacer buena amistad e informalmente con el pasar del tiempo. Hoy su nieto Santiago, el hijo menor de Tomás, utiliza el titulo señor conmigo, así ha pasado el tiempo.

Con motivo de su partida física y para que no solo permanezca en la memoria de quien lo conoció, dedicar líneas de anécdotas es tarea grata. 

Adolfo no fue músico pero fue amante de la música, de toda música, de escucharla él y todos con mucho volumen, fue un coleccionista, música venezolana por excelencia, discos de acetato de Simón Díaz, Gualberto Ibarreto, José Ramón Villarroel, Hernán Marín, Quinteto Contrapunto, Hernán Gamboa, Serenata Guayanesa y más, son esos algunos que disfrutaba acostado en una hamaca en el patio mientras su esposa hacía los dulces típicos asuntinos.

Con la llegada de la tecnología, Adolfo utilizó muchas de sus horas escuchando y mejorando sus long play o elepé, convirtiéndoles al formato compacto. Era él, de otra generación distinta a la actual, la tecnológica, pero logró entender con dedicación la llegada de esos aparatos y su uso.

No solo fue música. Cotoperíes, hicacos, mangos, mangas y árboles de esos y otros frutos sembró, defendió de cada generación que durante la infancia, atacó con palos, piedras, latas y trepadas. Quienes lo hacían, si corrían con suerte, él les daba permiso de bajarlos sin la presión de ser descubiertos asaltando a escondidas. 

En navidades se escuchaban villancicos, parrandas, aguinaldos desde su casa; precisamente en esa época, en algún año pasado, recibí un disco, con la lista de canciones manuscrita y el título decía: “Medio Evo”. Le había preguntado algunos días atrás: 

- Adolfo tienes esa canción de la muchachita que canta gritando, la que pide la cantimplora. 

Ese día no fue la excepción, repondió: 

- ¡Cara’ Simonatooo! Te he dicho que ¡Tengo to’a vaina! Es de Medio Evo.

Para mi amigo Adolfo Rafael  † 24-01-2016

jueves, 28 de enero de 2016

Nueva Esparta sin voz...

Los cuentos de los abuelos margariteños que narran la vida del insular, la cotidianidad o las costumbres más autóctonas, siempre son adornados con la tranquilidad de dormir a puertas y ventanas abiertas, sin protección, sin rejas, eso fue hace no mucho tiempo. El paraíso de vivir en la isla era resaltable por la seguridad, de la misma forma en que se destaca la maravilla de contar con las playas más bellas de Venezuela, esas playas donde podías pernoctar, ir de pesca, campamento, sin pensar en miedos y violencia, era impensable en otrora que sucediera algún hecho de violencia que perjudicara la integridad del margariteño y/o visitante.

Lo destacaba José Marcano Rosas en Testimonios Margariteños: Margarita estuvo durante muy largo tiempo sensiblemente sustraída de la supuesta influencia, de toda índole, que como isla cercana al país continental debió prevalecer…”; algo que muchos otros autores, abuelos y padres defensores de la insularidad lo han expresado.

Si bien es cierto que Margarita no volverá a ser la misma, gracias a los cambios y alteraciones en la cotidianidad, la economía vigente y las malas costumbres permitidas, se hace necesario exigir como margariteños, los mejores deseos y recuerdos de Margarita y su gente, voces de reclamo y firmeza para con quienes dirigen o dirigirán el gobierno insular, para quienes representan la isla fuera del terruño.

Con motivo de la situación recientemente acontecida en Margarita, hecho condenable, que no es ajeno al conocimiento de la sociedad pero que ocurrió en la región que hasta hace no muchos años era considerada el paraíso tropical de Venezuela, es razonable destacar unas breves líneas que reseñe y funja como queja ante las autoridades y representantes, quienes debieron no solo condenar los hechos, sino buscar e implementar las herramientas para evitar que el comportamiento y la zozobra que causaren personas privadas de libertad, disparando armas dentro de un recinto penitenciario, afectando así al ciudadano, vecino y poblador de la región, no se repitan.

Es necesario que la insularidad del margariteño como gentilicio sea exaltada en todos los niveles, debe hacerse obligatorio, una gran campaña permanente que resalte todas aquellas creaciones, personalidades con alto valor moral, académico, artístico para contrarrestar la infinidad de ejemplos cargados de antivalores que atacan la sociedad y que han desvirtuado la esencia de la isla, de Paraguachoa. Ya lo avizoraba Domingo Carrasquero en sus zapatos maqueros Desde que usted estaba ausente, todo se estaba cambiando y esto se iba transformando y así le duele a mi gente“, se quedó corto, cambiar tradiciones u olvidar las tradiciones no es buen presagio.  
A modo de propuesta, para evitar el olvido de las raíces y honrar el trabajo del margariteño, podrían sustituirse las vallas con fotos de personeros de gobiernos nacionales, regionales y/o municipales, para así destacar en esos espacios: La hazaña de los pescadores en sus faenas, el trabajo de investigación de Francisco Antonio Rísquez, las bondades de esos muchos profesionales margariteños que tienen méritos y han aportado tanto a la región. Son solo pequeñas muestras de buenos ejemplos que deberían ser difundidos y repetidos, para enseñar y motivar a las nuevas generaciones a ser buenos ciudadanos con sentido de pertenencia.

Nueva Esparta y sus habitantes, enamorados de corazón, nacidos o navegados sin distinción, luego de la situación de espanto, desagradable y de terror que generó un hecho delictivo y sus consecuencias, esperaban más de sus voces en la Asamblea Nacional; Luis Emilio Rondón, Orlando Ávila, Jony Rahal, Tobías Bolívar y Dinorah Villasmil, diputados recientemente elegidos, no participaron para expresar con conocimiento de causa y como principales representantes de los afectados, el pueblo de Nueva Esparta.

 Dijera la abuela de quien escribe, por cierto margariteña ella, “como el que se caga y no lo siente”, unos paseando por el hemiciclo, otros ausentes, en fin.

Lo cierto es, que mientras transcurría la discusión del asunto penitenciario detonado por el hecho ocurrido en San Antonio, Margarita; la voz del pueblo no se escuchó, quedando afectados por cierres de calles, suspensión de actividades en colegios y universidades, sin transporte público cual paro o fiesta nacional. 

Margarita como parte de la Venezuela que sufre por la inseguridad, por la incorporación habitual de la obscenidad, por el irrespeto a los derechos humanos, necesita de la gente moral y eticamente respetable, necesita de voces que expresen con urgencia pero con coherencia, con sentimiento pero sin miedo, el respeto al margariteño y su isla que va perdiendo su paraíso por omisión gubernamental.


domingo, 3 de enero de 2016

La relación mercantil frente a la presunción de laboralidad

Es común en la actividad procesal laboral como defensa patronal, adornar las relaciones laborales, con la finalidad de desorientar el proceso y sus intervinientes. Como defensa ante las relaciones laborales se alega que: la relación que unió a las partes fue netamente mercantil, pudiendo aportar contratos mercantiles, compañías o firmas mercantiles. La existencia de esos acuerdos mercantiles no es suficiente para determinar la relación entre partes como “Mercantil”. Para determinar el carácter laboral del individuo se debe acudir al test de laboralidad, desmembrar los elementos en cada caso en particular.  

El análisis bajo el test de laboralidad, es una herramienta utilizada por los jueces para reconocer el vínculo real de las partes, trabajo o prestación de servicio. En ésta oportunidad habiendo alegado la representación patronal en su oportunidad, la figura mercantil como vinculo entre las partes, insinuando así, la posibilidad de desvirtuar la presunción laboral, le corresponde la carga de probar, tal como lo señala en su texto la decisión N° 1015 de la Sala Social del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 03 de noviembre de 2015, a la cual se hará referencia en lo adelante:

 “…que la Alzada utilizó como punto de partida para su análisis la presunción de laboralidad, con lo cual aplicó e interpretó correctamente el artículo 53 de la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, indicando acertadamente que correspondía a la parte demandada desvirtuar dicha presunción, en virtud de que al contestar la demanda ésta aseguró que se trataba de una relación de índole mercantil, con lo cual queda claro que tampoco dejó de aplicar, como se afirma en la denuncia, el artículo 72 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, relativo a la carga de la prueba en el proceso laboral…” (p.5).

Insiste la Sala en distinguir el punto controvertido del proceso laboral, destacando:

“…En la causa sub examine, se evidencia que el punto medular de la presente litis devino indudablemente en la calificación jurídica de la prestación de servicio realizada por el accionante, en virtud que la empresa demandada pretendió desvirtuar la presunción de laboralidad con fundamento en que la vinculación que existió entre ellas se limitaba a una relación netamente mercantil…” (p.9).

Del análisis documental realizado en su oportunidad por el tribunal de la causa, se evidenció:

 “…la prestación de servicio consistía en que se retiraba, trasladaba, distribuía y se devolvían los periódicos no colocados, los créditos hechos al actor por devoluciones. Asimismo, el pago realizado por el actor de ayudantes, de alimentación y gasolina, es decir, el actor asumía los gastos de gasolina y mantenimiento del transporte y que el actor contrataba y pagaba los gastos de sus ayudantes y obreros como consta en las facturas y recibos consignados…” (p.12).

Del párrafo anterior se puede destacar la obtención de elementos que corresponden a los indicios que se busca obtener a través de la aplicación del test de laboralidad, pudiendo llegar la Sala a la conclusión siguiente:

“…la sentencia recurrida determinó que la relación objeto de la presente controversia fue de carácter netamente mercantil, toda vez que la demandada logró desvirtuar la presunción de laboralidad al demostrar que el actor ejecutaba el servicio con recursos propios y con trabajadores bajo su dependencia, con lo cual no quedó evidenciada la simulación o el fraude laboral al que se hace mención en las referidas normas atinentes a la tercerización, entonces mal podían ser éstas aplicadas a la controversia…”