Cada
quien es libre de creer lo que a bien tenga, hay personas que necesitan más
que los pelos en la mano para detallar que el burro es negro y por eso tardan
hasta una vida para reconocer lo que tienen frente a ellos.
El
gobierno que actualmente dirige sin rumbo y sin proyecto pese a sus afanados
intentos de seguir vendiendo la idea de un plan, que de ser cierto, es una catástrofe
nacional multiplicada y evidente para una gran mayoría, realidad ajena solo a
corruptos y ciegos de esos que no quieren ver.
Aunque
la llegada al poder del supuesto mesías fue impulsada por una clara mayoría, un
importante sector avizoraba un rumbo no democrático, en cambio los que
sucumbieron ante el discurso bañado de presumidas buenas intenciones, frases
históricas, repetición de eslóganes populacheros y un fuerte reclamo ante la
corrupción que se vivía, fueron más incautos.
Pocos
años pasaron para que muchos que confiaron en el discurso salvador empezaran a
ver, no hizo falta más que escuchar el cambio del tono del orador, para restar
partidarios y que la oposición maltrecha, escuálida, golpista tal como es aún
calificada sumará adeptos.
Si
bien la oposición sumaba seguidores, el gobierno pudo mantener una disminuida
popularidad gracias a las programadas dosis de retahíla comunicativa y la gota
petrolera distribuida míseramente entre los sectores populares que disfrazaba la corrupción abrupta que superaba en creces la
de La Cuarta.
Con
la muerte de quien dejó visible a los pobres y la aparición imprevista de un emergente que llegó con un legado vacío
bajo el brazo, la popularidad que en algún momento tuvo el partido de gobierno
bajó, para entonces muchos recuperaron la visión.
Hoy
la velocidad en el deterioro de la vida del venezolano y las constantes
arremetidas contra la voluntad popular han acelerado la necesidad de un nuevo
comienzo para este país, donde el irrespeto a la democracia y la constitución
hasta el ciego ahora ve.
Simón
Peraza
@sapl42
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