Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

domingo, 24 de julio de 2016

Un boticario: Así se define Rafael Silva Figueroa

Un apartamento, una sala a luz tenue, un sofá negro, un mueble antiguo en el que reposa una gran colección de morteros, ahí recibe Rafael Silva Figueroa a quien lo visita.  El nacido en la Margarita de 1959, farmacéutico, quien tiene una larga e importante trayectoria profesional en la región insular. Su interés por su profesión la adquirió viendo a su abuelo, el boticario de La Asunción. Siendo profesional trabajó como regente de varias farmacias en el estado Nueva Esparta, por años también fue regente y gerente de una droguería. El trabajo gremial siempre lo ha tenido presente, llegando a desempeñarse como Presidente del Colegio de Farmacéuticos del Estado Nueva Esparta, labores todas que no lo han apartado de la escritura regional neoespartana.
Ser boticario en estos tiempos modernos ha sido su lema para afrontar una nueva época donde el trato cordial, la amabilidad, la moralidad y la buena conversa se han diluido entre crisis, tecnología y falta de tiempo. 
Rafael Silva Figueroa, aunque no vive en La Asunción en la actualidad, aún transita para visitar a familiares y amigos, por lo que revive con facilidad sus olores, sonidos y costumbres, esos que lo vieron crecer y convertirse en un profesional servicial, un boticario.
-¿Por qué Rafael Silva decidió ser farmacéutico? 
A la farmacia llegué un poco por llevar la contraria a mi padre y un poco por seguir la tradición familiar. Mi abuelo era el boticario de La Asunción durante muchos años y murió pobre cosa que causaba a mi papá cierto rechazo porque mi abuelo trabajó durante muchísimos años, murió sin un bolívar y con muchos ahijados  entonces le resultaba chocante que mi carrera universitaria se estuviese orientada hacia allá  donde no tenía garantizado el éxito económico.
-Ahora que mencionas el término boticario ¿Qué diferencia tenía ser boticario comparado con el actual farmacéutico?
La farmacia no sé si ha evolucionado o involucionado. La farmacia antes era una farmacia más personal, se fabricaba mucho medicamento. A lo largo de mis pocos años de carrera, 35, 40 años de carrera casi, han surgido las farmacias de grandes superficies que ya ni siquiera se llaman farmacias sino tiendas, al estilo de esas cadenas que están aquí en Porlamar.
 La farmacia era más personal. El boticario o farmacéutico conocía más a la gente, su paciente a quien lo visitaba, aparte de eso tenía cierta sensación de auctoritas, entonces el boticario, el médico y el jefe civil eran las grandes autoridades en los pueblos de Venezuela y en Margarita. No se me olvida que en la farmacia de La Asunción se reunían casi todas las noches, mi padre que era el médico del pueblo,  José Nicolás Marcano que era el boticario del pueblo y los diferentes jefes civiles a lo largo de los años, eso era una tertulia donde la gente iba un poco a educarse y un poco a informarse de la historia de la ciudad.
- En su cuenta Twitter se define usted como boticario, ¿Qué característica tiene esa palabra que la prefiere antes que farmacéutico?
Si, un boticario a la vieja usanza, me gustaba mientras tuve la farmacia me gustaba conocer a la gente del sector donde trabajaba. Una vez que surgieron las grandes superficies, empezó la guerra de descuentos entre farmacias en Margarita por lo decidí que ese no era mi camino y abandoné el ejercicio de la oficina de farmacia.  
- ¿Algún profesional margariteño que admirase o le influenciase  para convertirse en profesional?
Un poco mi abuelo me parecía un hombre bueno, algo que siempre he querido ser, que me recuerden como un hombre bueno. Otra persona a quien siempre respeté porque formaba parte del núcleo casi familiar, fue a José Nicolás Marcano quien era el boticario, el farmacéutico del pueblo.
-¿Qué farmacias recuerda durante su niñez?
La Asunción despertaba en mi infancia cuando sentíamos la santa maría de la Farmacia Asunción que se levantaba. La Asunción era un pueblo muy tranquilo, para entonces lo que oías eran las campanadas de la iglesia y el sonido de la santa maría. Sabías que ya eran las siete de la mañana porque abría la farmacia, era algo así como lo que no podía faltar porque era una farmacia que abría todos los días del año.
- Eres de La Asunción, asuntino, de la capital Margariteña. ¿Tienes algún otro recuerdo de La Asunción que rescatar?
Yo siempre asocio La Asunción con olores y sonidos, el olor del pan de leche que hacían mis vecinos, el sonido de las campanas, el sonido de las chicharras del medio día y el sol que inclemente golpeaba la Calle Unión donde vivía. En el medio día era bastante, bastante fuerte. 
- ¿Están presentes esos recuerdos en La Asunción de hoy?
Las chicharras creo ya no están. El sol sigue siendo igual de inclemente, la Calle Unión sigue ahí, siguen la iglesia y sus campanas; el pan de leche se ha transformado pero sigue siendo La Asunción de sonidos y olores. 
- ¿Qué hobbies tenía Rafael en su infancia?
La Asunción era un pueblo de lectura y deporte. Eran famosos los equipos de béisbol de La Asunción y las rivalidades con los equipos de Porlamar donde siempre les ganábamos, tanto en basquetbol como en béisbol. El famoso equipo Matasiete  en béisbol durante décadas ejerció un dominio sobre los equipos de Porlamar. En oportunidades por la rivalidad ocurrieron peleas en esas derrotas de los equipos de Porlamar. 

-¿Dónde estudió?
La primaria la estudié en Porlamar en el colegio San Nicolás de Bari conocido como el “colegio de los curas”, el bachillerato en el liceo Dr. Francisco Antonio Rísquez, el mejor liceo del mundo y posteriormente la universidad en Caracas.
-¿Cómo iba a clases Rafael a Porlamar?
Todas las mañanas cuando mi papá iba a pasar consulta nos llevaba al colegio. Para ir al liceo teníamos un carro a dedicación exclusiva que lo llamamos “El Bachiller”,  porque el trabajo de “El Bachiller” era llevar desde el centro de La Asunción al Liceo Rísquez, menos de dos kilómetros cobrando 0,25  céntimos de bolívar, es decir, un carrito por puesto que llevaba solo a los estudiantes, de ahí el remoquete de bachiller al chofer. Ahora le dirían ruta corta, centro de La Asunción y zonas aledañas al liceo Rísquez.
- ¿Qué importancia tenía el estudio y ser profesional en esa época?
Ser estudiante era importante, nos sentíamos importantes, la gente nos veía con respeto; es famosa aquella expresión que dice: “En La Asunción hasta los mangos eran bachilleres”. Se repetía con respeto y envidia en el resto d la isla, de hecho nos sentimos orgullosos los estudiantes del liceo Rísquez también eternos rivales de los estudiantes del liceo Nueva Esparta de Porlamar porque nos considerábamos mejor preparados tanto en la educación en Margarita como en los resultados en la posterior educación universitaria.
-Retomando la actividad farmacéutica. ¿Recuerdas medicamentos que se utilizaran y que hayan caído en desuso?
Creo que estamos dando la vuelta por esta crisis que ha generado el mal gobierno, estamos volviendo a las preparaciones de antes. Recuerdo el elixir paregórico que era la panacea para los vómitos, las gotas del Carmen que se les daba a los niños para los dolores estomacales, la pasta de agua que se utilizaba para las irritaciones, había fórmulas semi-secretas, algunas fórmulas que preparaba José Nicolás muy famosas para el mal olor que quizás ahorita pudiesen ser industrializadas ante la carencia de desodorante.
-Cuando iniciaste el ejercicio de la profesión ¿Eran pocos los medicamentos de marcas comerciales en la isla o era común la preparación de medicamentos en la farmacia?
Cuando yo empecé a ejercer ya habían muchos medicamentos patentados pero la recetura seguía siendo importante, posteriormente fue perdiendo jerarquía hasta los momentos actuales que se ha retomado por la situación de crisis en los medicamentos patentados.
-¿Qué diferencias hay entre los sistemas para enviar medicamentos desde tierra firme con años pasados?
La diferencia está en que se podía hacer la planificación, la proyección. Se sabía que había al menos dos ferrys al día, se sabía el tiempo que tardaba un pedido en llegar a Margarita, se sabía que las fallas eran muy pocas, se podía tener la farmacia bien surtida. Actualmente no, porque hay caos. El día que sale el ferry no hay medicina que enviar, el día que hay medicinas el ferry se daña y pasa una semana, es decir, es imposible prever la llegada de los medicamentos.
- Si no hubieses estudiado para ser farmacéutico, ¿Qué crees podrías haber estudiado?
Indudablemente, derecho. Creo que todos los farmacéuticos llevamos un abogado interior. Creo hay un alto porcentaje de farmacéuticos que estudian como segunda carrera el derecho.
-¿Rafael Silva es abogado o comenzó sus estudios de derecho?
No, creo que esos tiempos para estudiarlo pasaron.
 -Hoy en día, ¿Qué hace Rafael Silva?
Rafael Silva hasta hace poco era gerente de una distribuidora de medicamentos que murió exangüe al no haber medicinas que distribuir. En estos momentos estoy iniciando una etapa nueva como farmacéutico en una clínica aunque sigue siendo una situación angustiosa porque igual no hay medicamentos para los pacientes, hay que buscarlos en un estado permanente de angustia por la falta de medicinas. Pensé que sería más fácil pero es más demandante emocionalmente.
-¿Escribir o leer?
Ambos, un poco comunicar porque dicen que para poder escribir hay que leer mucho y la escritura nos permite comunicar. Desde pequeño tuvimos en la república de nuestra casa un periódico que se llamaba “Cuartal’s Times” donde publicábamos las noticias de la época de los que todavía conservo algunos ejemplares.
-¿Qué lee o escribe ahora?
Me dedico a escribir pequeñas crónicas, historias, cuentos, algunos medio inventados de La Asunción porque creo que a diferencia de Porlamar que ha tenido excelentes escritores como: Ángel Félix Gómez, Arnoldo Rosas, y La Asunción aún teniendo un excelente escritor como Francisco Suniaga no se ha escrito lo suficiente de la ciudad.
-Luego de contar ese pasado armonioso de La Asunción y el ejercicio farmacéutico ¿Qué cree  podría rescatarse de la historia para el presente insular?
La farmacia es consustancial a la atención farmacéutica, entonces yo creo que debe rescatarse la atención personal del farmacéutico dejando a un lado el medicamento para dedicarse más a la gente, sobretodo en esta época donde es tan difícil el contacto humano. Ahora se ha perdido el contacto humano. En otra época le hicieron mucho daño los descuentos a la farmacia, considero ahora que las enormes farmacias le hacen daño al ejercicio profesional. Debe existir una comunicación entre el farmacéutico y el paciente que acude en busca de consejo a la farmacia.
-Agradeciendo a Rafael Silva por su aceptación para ser entrevistado, entregando un gran material el cual publicaremos y guardaremos con mucho aprecio y valor.
 Gracias a ti porque eso de ser entrevistado hace que uno se sienta importante.

Simón Peraza Lazarde
@sapl42 

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