Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

jueves, 28 de enero de 2016

Nueva Esparta sin voz...

Los cuentos de los abuelos margariteños que narran la vida del insular, la cotidianidad o las costumbres más autóctonas, siempre son adornados con la tranquilidad de dormir a puertas y ventanas abiertas, sin protección, sin rejas, eso fue hace no mucho tiempo. El paraíso de vivir en la isla era resaltable por la seguridad, de la misma forma en que se destaca la maravilla de contar con las playas más bellas de Venezuela, esas playas donde podías pernoctar, ir de pesca, campamento, sin pensar en miedos y violencia, era impensable en otrora que sucediera algún hecho de violencia que perjudicara la integridad del margariteño y/o visitante.

Lo destacaba José Marcano Rosas en Testimonios Margariteños: Margarita estuvo durante muy largo tiempo sensiblemente sustraída de la supuesta influencia, de toda índole, que como isla cercana al país continental debió prevalecer…”; algo que muchos otros autores, abuelos y padres defensores de la insularidad lo han expresado.

Si bien es cierto que Margarita no volverá a ser la misma, gracias a los cambios y alteraciones en la cotidianidad, la economía vigente y las malas costumbres permitidas, se hace necesario exigir como margariteños, los mejores deseos y recuerdos de Margarita y su gente, voces de reclamo y firmeza para con quienes dirigen o dirigirán el gobierno insular, para quienes representan la isla fuera del terruño.

Con motivo de la situación recientemente acontecida en Margarita, hecho condenable, que no es ajeno al conocimiento de la sociedad pero que ocurrió en la región que hasta hace no muchos años era considerada el paraíso tropical de Venezuela, es razonable destacar unas breves líneas que reseñe y funja como queja ante las autoridades y representantes, quienes debieron no solo condenar los hechos, sino buscar e implementar las herramientas para evitar que el comportamiento y la zozobra que causaren personas privadas de libertad, disparando armas dentro de un recinto penitenciario, afectando así al ciudadano, vecino y poblador de la región, no se repitan.

Es necesario que la insularidad del margariteño como gentilicio sea exaltada en todos los niveles, debe hacerse obligatorio, una gran campaña permanente que resalte todas aquellas creaciones, personalidades con alto valor moral, académico, artístico para contrarrestar la infinidad de ejemplos cargados de antivalores que atacan la sociedad y que han desvirtuado la esencia de la isla, de Paraguachoa. Ya lo avizoraba Domingo Carrasquero en sus zapatos maqueros Desde que usted estaba ausente, todo se estaba cambiando y esto se iba transformando y así le duele a mi gente“, se quedó corto, cambiar tradiciones u olvidar las tradiciones no es buen presagio.  
A modo de propuesta, para evitar el olvido de las raíces y honrar el trabajo del margariteño, podrían sustituirse las vallas con fotos de personeros de gobiernos nacionales, regionales y/o municipales, para así destacar en esos espacios: La hazaña de los pescadores en sus faenas, el trabajo de investigación de Francisco Antonio Rísquez, las bondades de esos muchos profesionales margariteños que tienen méritos y han aportado tanto a la región. Son solo pequeñas muestras de buenos ejemplos que deberían ser difundidos y repetidos, para enseñar y motivar a las nuevas generaciones a ser buenos ciudadanos con sentido de pertenencia.

Nueva Esparta y sus habitantes, enamorados de corazón, nacidos o navegados sin distinción, luego de la situación de espanto, desagradable y de terror que generó un hecho delictivo y sus consecuencias, esperaban más de sus voces en la Asamblea Nacional; Luis Emilio Rondón, Orlando Ávila, Jony Rahal, Tobías Bolívar y Dinorah Villasmil, diputados recientemente elegidos, no participaron para expresar con conocimiento de causa y como principales representantes de los afectados, el pueblo de Nueva Esparta.

 Dijera la abuela de quien escribe, por cierto margariteña ella, “como el que se caga y no lo siente”, unos paseando por el hemiciclo, otros ausentes, en fin.

Lo cierto es, que mientras transcurría la discusión del asunto penitenciario detonado por el hecho ocurrido en San Antonio, Margarita; la voz del pueblo no se escuchó, quedando afectados por cierres de calles, suspensión de actividades en colegios y universidades, sin transporte público cual paro o fiesta nacional. 

Margarita como parte de la Venezuela que sufre por la inseguridad, por la incorporación habitual de la obscenidad, por el irrespeto a los derechos humanos, necesita de la gente moral y eticamente respetable, necesita de voces que expresen con urgencia pero con coherencia, con sentimiento pero sin miedo, el respeto al margariteño y su isla que va perdiendo su paraíso por omisión gubernamental.


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