En este período no se despierta temprano para llevar a los hijos a la escuela, se intenta cumplir con el -sencillo- rol de maestro en casa, evitando mezclar funciones con las de padres; mientras, se va reescribiendo en cada salida del bunker a la compra, un riguroso método de protección en el que frecuentemente al ejecutarlo, se olvida el tapabocas y debes regresar por él.
Este año ha sido una experiencia
buena pero mala, ojalá se entienda. Una
etapa que ha dejado aprendizaje pero que no quieres repetir, como una
asignatura complicada en la universidad que no pretendes volver cursar, mejor que venga otra distinta; como el restaurant al que deseaste ir y cuando por fin vas, encuentras una mosca justo antes de terminar tu plato, seguro podrás irte sin pagar, que bueno, pero no querrás volver para otra degustación.
Esta porquería ha dejado momentos buenos y muertes, lejanas y cercanas. Jóvenes y viejos han partido adelantadamente, y por eso cuesta decir que el dos mil veinte ha sido un gran año. Tocó además, convivir consigo mismo, sin huir en otras personas, cerca del ser, conociendo quién eres, en este complejo momento que ha dejado tiempo extra para mucho pensar.
Con seguridad, hay personas que no han visto lo grandioso que tiene este nuevo mundo desordenado que seguimos descubriendo, tampoco yo lo veo todos los días. Para ello, cada quien debe aprender a amar su caos, como lo explica Albert Espinosa en el Mundo Azul. También serviría formarse en la vida para estar atentos a encontrar detalles que se miran, aprovechando el tiempo, quitando atención a lo prescindible.
El horizonte seguirá mostrándose empedrado y con baches de todas dimensiones, cuarentenas en diversas modalidades se extenderán alrededor del mundo al menos hasta 2021, por lo tanto, las condiciones en el globo no habrán cambiado mucho cuando iniciemos el siguiente calendario. Entonces, corresponderá sin saber realmente hasta cuando, seguir esquivando contagios y seguir aprendiendo.
En algunos países irán arreglandose las rutinas, mientras en otros, no quedará mejor opción que amar al caos, tu caos, como lo describe Albert. Por eso, no estaría de más ni tampoco mal, adelantarse e inscribirse en el selecto y reservado grupo de gente que incluye y recordará al mejor año de porquería, como un top five, como mi hija que lo ha hecho y recién ha cumplido cinco años de edad.
Por Simón Peraza Lazarde@sapl42
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