Se sabe que mienten, la experiencia y la vibración que irradian frente a cámaras, demuestra que falsean en cada declaración donde deberían informar veraz y científicamente para que las personas comprendiesen cada por qué de la pandemia y su cuarentena.
El irrespeto por la población, por cada profesional sigue en el guion. Extensas cadenas para repetir frases, culpar y mostrar métodos que no se cumplen; otras para dispersar odio, regañar, burlarse y terminar desinformando al estilo de Goebbels.
Es el eslabón del sistema de poder que humilla comunicando, a través de “voces expertas” que lucen batas blancas, asegurando la eficacia en el cumplimiento de un plan -que aplana la curva de contagios-.
Hace unos años el jerarca obrero, heredero impuesto y burlón por libreto, reinauguraba un hospital en Vargas. “Los médicos” algunos con dialecto de una isla caribeña le regalaron una bata, tras una breve insistencia se la colocó y dijo entre risas: Ahora si parezco un chichero.
No hay respeto por la gente, por el médico, ni por el chichero. No les agrada la crítica ni quien la hace, tampoco los ciudadanos calificados, por lo que no hay simpatía por los científicos, pese al gusto que tienen por disfrazarse de ellos para mentir u omitir al informar.
Amparados en la cordura de la que otros carecen, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN) en aras de colaborar con la situación y prevenir en Venezuela muchos más casos de coronavirus, presentó un informe atendiendo a los datos disponibles.
Con el temor que implica alzar la voz en este sistema, la academia hizo recomendaciones como: aumentar las pruebas PCR-RT, únicas validadas por la OMS; pidió el número de pruebas tomadas y resultados positivos para así evaluar los sesgos y urgió descentralizar el diagnóstico que solo se hace en Caracas.
Asimismo, se atrevió a dar proyecciones tomando en consideración los datos oficiales, criticados por no ajustarse al escenario epidemiológico del virus, estimando un subregistro de entre el 63% y 95%, lo que prevé en cada contexto planteado un pico de más de 1000 casos nuevos cada día después de la primera semana de septiembre.
Inmediatamente y como era de esperarse salieron expertos de la nada, catalogando a la academia de alarmistas, acusándoles de sembrar terror al pueblo, huyendo así de las cifras y la ciencia que hoy advierte una posibilidad latente en un país con sistema de salud precario.
Por Simón Peraza Lazarde
@sapl42
No hay comentarios.:
Publicar un comentario