Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

jueves, 11 de agosto de 2016

El responsable es Nadie

La administración pública y sus distintas oficinas en coincidencia histórica de caos nacional se convirtieron paulatinamente en lugares desatinados donde los venezolanos acuden con desesperanza y poca suerte, bajo la molida premisa constitucional de ejercer un derecho, el acceso a la administración pública “…servicio de los ciudadanos y ciudadanas que se fundamenta en los principios de honestidad, participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad en el ejercicio de la función pública, con sometimiento pleno a la ley y el derecho…”

Por ejemplo, -la honestidad- de un funcionario se hace común en frases como: “Trataré de procesar su solicitud pero no creo alcance el tiempo, hoy me voy temprano”; con la participación sucede algo peculiar, quienes necesiten acudir a la administración deberán –participar- con seguridad en tempranas y largas colas para ser atendidos; -La celeridad- se pierde de vista, es una costumbre en planillas de trámites, fechas impresas que no se cumplen, otra en tinta fresca del funcionario que tampoco y otras en -la experiencia ciudadana – que acude día tras día; cuestión que no acaba pues -la eficacia- dependerá del ánimo del servidor, para la eficiencia la explicación vasta volver a leer.

El párrafo anterior podría extenderse con experiencias de cualquier venezolano, usted, él, nosotros y vosotros, ahora bien, el razonamiento recae sobre el único factor que podría encausar el trabajo en la administración pública sin hacer referencia a la ética funcionarial o el respeto ciudadano por haber sido ambos enterrados en el olvido; se trata de la responsabilidad en el ejercicio de la función pública mencionada al inicio de este texto. 

El exceso o abuso de poder que acarrea responsabilidad individual y/o la responsabilidad patrimonial del Estado por el menoscabo de los derechos ciudadanos ante la administración podrían corregir con su aplicación para hacer de las instituciones públicas, verdaderos espacios de servicio al ciudadano, pero las normas y la voluntad de hacerlo efectivo duermen en la casa del poder, un poder que se escuda en espacios sin responsables.

Siguiendo a Hannah Arendt en Crisis de la República: “La última y quizás más formidable forma de semejante dominio es la burocracia o dominio de un complejo sistema de oficinas en donde no cabe hacer responsables a los hombres, ni a uno ni a los mejores, ni a pocos ni a muchos, y que podría ser adecuadamente definida como el dominio de Nadie. (Si, conforme al pensamiento político tradicional, identificamos la tiranía como el gobierno que no está obligado a dar cuenta de sí mismo, el dominio de Nadie es claramente el más tiránico de todos, dado que no existe precisamente nadie al que pueda preguntarse por lo que se está haciendo)”.      

Simón Peraza Lazarde
@sapl42


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