Muchos
de nuestros conciudadanos no respetan el deber ser, algunos no recuerdan como
era antes, otros prefieren cerrar los ojos y ser parte de un ambiente viciado,
o simplemente no conocen como es el comportamiento mínimo para vivir en
sociedad. Cada Ciudadano tendrá sus razones pero me pregunto: ¿Es normal la
vida que llevamos? ¿Podemos vivir tranquilos pensando en las calamidades que
vivimos día tras día?
Tu
vecina María, tú y yo, tenemos en común nuestra nacionalidad, nuestras ganas de
progresar, vivir libremente, muchos momentos y ocasiones nada agradables en
nuestras vidas.
María,
la vecina, trabaja desde las ocho de la mañana en una escuela al otro lado de
la ciudad, se levanta a las 4:45, para así preparar el almuerzo familiar. A las
5:00 a.m., enciende su cocina General Electric, para preparar en esta ocasión
arroz y caraotas, 10 minutos después de haber empezado, falla el suministro
eléctrico. Nada novedoso, lo ocurrido a tu vecina María, pan nuestro de cada
día, puntos comunes para nosotros como venezolanos.
En
una Venezuela distinta tu vecina, podría no madrugar, el transporte que ella
utiliza sería normalmente puntual, y al preguntarle a María: ¿A qué hora pasa
el transporte? Ella no respondería,
normalmente pasa entre 6:00 am y 7:00 am, sino que los horarios estipulados
para que el transporte llegue a mi parada es de cada 15 minutos.
María podría ir al mercado y encontrar todos
los productos, no haría cola para alcanzar un paquete de harina pan y una
mayonesa, incluso su almuerzo de hoy en la mañana incluiría proteínas, carne o
pollo. Lo normal en esa Venezuela, sería escoger los productos de mi
preferencia y hacer una cola solo para pagar, no hacer colas para buscar,
ni para recibir productos disponibles y
podría comprar cuantas botellas de aceite se quisiera.
En
cualquier país en el que sus gobernantes se jacten de tildar el sistema de
gobierno como demócrata, respetuoso de los derechos humanos, se podría ir de
compras, como una actividad familiar de gran agrado, indagar entre las distintas
marcas, los diversos productos hechos, sembrados o elaborados en distintas
zonas del país, es decir, producción nacional; a cualquier hora del día o noche
caminarías hasta el abasto más lejano o cercano para adquirir un chocolate, un
buen vino, o simplemente porque deseas caminar en compañía de tu pensamiento.
Libertades posibles para todos, escoger vivir libremente, sin coerción del
ambiente creado por gobernantes canallas, que sumergen a sus ciudadanos en el
profundo sentimiento de soledad, tristeza y preocupación permanente, haciendo a
muchos de ellos dependientes por obligación.
Antes
de finalizar, les cuento que María, la
vecina no ha podido hacer mercado, pensó hacerlo hoy sábado, pero llegó el suministro
de agua, el cual tenía 3 días sin aparecer en las tuberías de su casa, por lo
tanto decidió lavar. Comerá caraotas con arroz nuevamente, mañana comprará
pollo o carne, con cola o sin cola y quizás hasta le dé tiempo de prepararlo.
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