Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

lunes, 29 de junio de 2020

Lógico

En alguna navidad de un año incierto, entre mi adolescencia y adultez, coincidimos en la típica parranda margariteña que hicimos ocasionalmente por El Palosano, caminando cada quien con un instrumento y la voz, alegrándonos con alcohol propio y regalado por hogares dadivosos que se desprendían del brebaje de peor calaña.

Parrandas, parrandas y mucho Gualberto, tenía repertorio suficiente para cantar en pascuas, y eso es bastante. Todos saben que la parranda no dura sin cantante que sepa canciones.

“Hombre parrandero no debe morirse para divertirse con sus compañeros”.

Sin academia pero con una recopilación de versos acompañados con un cuatro,  tambor, charrasca o viva voz, logró ser inspiración para la hija menor, quien para suerte, eligió la música para la vida, se fue orgulloso.

Físicamente partió en tiempos de cuarentena 2020 y mientras la mayoría estaba encerrada, él se sentaba fuera de casa como si nada pasara en el mundo, le pasara, ni le pesara, como si estuviese agarrando fresco en una tarde sin servicio eléctrico.

Desde que regresó a Margarita, cinco veces conversamos guardando la distancia social y otras quedaron inconclusas por Whatsapp. Decidí contar esas veces e intenté memorizar las conversas. Se mostraba tranquilo tras su viaje a Caracas, era el mismo pero con menos tiempo.

Hablamos de deportes y la desdicha para sus fanáticos al perder Directv, descubrí también que le apasionaba la Fórmula 1, entonces le recomendé Drive to survive una serie de Netflix. El preguntó par de veces el nombre, por eso, quiero pensar que pudo verla y distraer al dolor que  en nuestra última tertulia, manifestó sentir.

El día que más conversamos no se extendió porque mi hija quería ir a casa. Ese día me contó de Alejandro, un amigo en común que reside en Alemania. “Hablé con Ale, está vergatario pasando frio por allá”, me dijo. Por ahí nos fuimos charlando como en aquella época de trayectos ida y vuelta para ver ganar -y perder- a Guaiqueries.

“Tan bonitos tus Guaiqueríes”, decía alguno de nosotros al otro cuando perdían, para luego concluir: “¿A qué hora nos encontramos para ir al juego mañana? ¿Tienes entradas?”.

Para cada frase obvia, indudable e incuestionable, común era que respondiese con ese particular y tajante, lógico. 

Así lo escuche una vez más: -Que bueno pudiste regresar, mejor estar en Margarita con María José y Oriana. ¿No?

- Lógico, contestó.

Para mi amigo Carlucho (Carlos Rojas) † 29-06-2020


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