Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Derecho al trabajo #Venezuela #Laboral

La Revolución Francesa trajo consigo las consignas y reclamaciones de índole laboral, los derechos del proletariado, de los trabajadores, campesinos, industriales, entre otros; después de eso, las reivindicaciones laborales han estado a la orden del día en los países democráticos y los que luchan por mantener o volver a la democracia.

Así como se luce la bandera venezolana, -con orgullo-, así ha sido la consigna de la historia venezolana reciente para resaltar la importancia de los derechos laborales, derechos progresivos e irrenunciables de obligatorio cumplimiento que destacan por su hecho social.

Las últimas dos legislaciones laborales de 1997 y la última de 2012,  incorporada con bombos y platillos, destacando en ella la jornada laboral de cuarenta horas semanales con dos días libres, inamovilidad a la mujer embarazada hasta dos años después del nacimiento, fuero paternal, indemnización por despido injustificado, los derechos sindicales, entre otras; y un decreto presidencial  de inamovilidad renovado anualmente, no fueron suficiente, la Ley del Trabajo, Trabajadores y Trabajadoras sucumbió.

La Ley del Trabajo es letra muerta, es una pancarta caída, cada día las entidades de trabajos son menos, los despidos por diferencias políticas aumentan, las contrataciones colectivas son obstaculizadas impidiendo su negociación y el salario es inferior a un bono de alimentación con la intención de no crear incidencias en las prestaciones sociales.

La crisis generada por el sistema de gobierno que prensa al aparato productivo, las trabas burocráticas, los constantes aumentos como equivocada estrategia para combatir la inflación y la conducta acostumbrada de retraso u omisión de la inspectoría del trabajo, contribuyeron a  sepultarla, concurrieron para evitar su correcta aplicación.

Por ejemplo, el reenganche y pago de salarios caídos de un trabajador puede durar años en decidirse y en restituirlo a su cargo, gracias a la excesiva discrecionalidad, las omisiones de un órgano administrativo que marcha al son del político de turno y los escritorios sin responsables; por otra parte, trabajadores aceptan que su patrono pague salarios menores al mínimo para no perder el ingreso; las vacaciones de los trabajadores son pospuestas o disfrutadas fraccionadas por la falta de personal para atender las entidades de trabajo; La gran mayoría de quienes pueden trabajar perciben salario mínimo, los salarios superiores son excepcionales por lo que las escalas no existen…

Simón Peraza Lazarde
@sapl42



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