La
Revolución Francesa trajo consigo las consignas y reclamaciones de índole
laboral, los derechos del proletariado, de los trabajadores, campesinos,
industriales, entre otros; después de eso, las reivindicaciones laborales han
estado a la orden del día en los países democráticos y los que luchan por
mantener o volver a la democracia.
Así
como se luce la bandera venezolana, -con orgullo-, así ha sido la consigna de
la historia venezolana reciente para resaltar la importancia de los derechos
laborales, derechos progresivos e irrenunciables de obligatorio cumplimiento
que destacan por su hecho social.
Las
últimas dos legislaciones laborales de 1997 y la última de 2012, incorporada con bombos y platillos, destacando
en ella la jornada laboral de cuarenta horas semanales con dos días libres, inamovilidad
a la mujer embarazada hasta dos años después del nacimiento, fuero paternal, indemnización
por despido injustificado, los derechos sindicales, entre otras; y un decreto
presidencial de inamovilidad renovado anualmente,
no fueron suficiente, la Ley del Trabajo, Trabajadores y Trabajadoras sucumbió.
La
Ley del Trabajo es letra muerta, es una pancarta caída, cada día las entidades
de trabajos son menos, los despidos por diferencias políticas aumentan, las
contrataciones colectivas son obstaculizadas impidiendo su negociación y el
salario es inferior a un bono de alimentación con la intención de no crear
incidencias en las prestaciones sociales.
La
crisis generada por el sistema de gobierno que prensa al aparato productivo,
las trabas burocráticas, los constantes aumentos como equivocada estrategia
para combatir la inflación y la conducta acostumbrada de retraso u omisión de
la inspectoría del trabajo, contribuyeron a sepultarla, concurrieron para evitar su
correcta aplicación.
Por
ejemplo, el reenganche y pago de salarios caídos de un trabajador puede durar
años en decidirse y en restituirlo a su cargo, gracias a la excesiva discrecionalidad,
las omisiones de un órgano administrativo que marcha al son del político de
turno y los escritorios sin responsables; por otra parte, trabajadores aceptan que
su patrono pague salarios menores al mínimo para no perder el ingreso; las
vacaciones de los trabajadores son pospuestas o disfrutadas fraccionadas por la
falta de personal para atender las entidades de trabajo; La gran mayoría de quienes
pueden trabajar perciben salario mínimo, los salarios superiores son
excepcionales por lo que las escalas no existen…
Simón
Peraza Lazarde
@sapl42
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