Unas
cuantas generaciones han aprendido a jugar pelota bajo la tutela de este par de
instructores. Con dedicación, siguen enseñando a respetar, fildear, batear y
pichar.
Un campo de beisbol bajo el sol de una
tarde, puede significar muchas memorias para cualquier venezolano. Un hit, un doble play, una buena atrapada, un
jonrón, un ponche tirándole, seguramente un buen recuerdo de infancia.
Apreciar el diamante y lo que implica
tendrá más sentido dependiendo del ojo que lo perciba. Por ejemplo, para los
niños que acuden a la Escuela de Beisbol de La Asunción, es un parque donde
aprendes divirtiéndote y haces amigos. Para sus padres que les acompañan o
dejan en la práctica deportiva, un breve y merecido descanso.
Victor Luna lanza la pelota a los niños. |
En cambio, los entrenadores de esos
niños tienen una percepción distinta. Al menos es el caso de: Víctor Luna y
Jonas Quijada, que tienen más de tres décadas formando niños en el beisbol y
ven el terreno como su oficina, el trabajo perfecto al que hace alusión la
frase atribuida a Confucio: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu
vida”.
La práctica de hoy no ha
finalizado, el equipo de los niños que batean debe ir a cubrir el terreno y
viceversa. Desde lejos un pequeño grita: ¡Víctor! ¡Víctor Luna! ¿Qué posición
me toca?, mientras el entrenador le coloca el zapato y amarra los cordones a
otro niño que corriendo había perdido el calzado.
En una cancha contigua,
está Jonas. Él está con otro grupo que apenas aprende a utilizar guantes, lanzándoles
pelotas de tenis. Cada vez que lo hace, se dirige a ellos por el nombre de pila
y les anima a agarrarla: ¡Qué buena atrapada! ¡Bien hecho!
Todas las semanas, acude Víctor
en bicicleta desde su hogar para atender a los pequeños, que con mucho cariño
lo distinguen como un buen amigo, papá e incluso abuelo. “Todos me respetan
familia. Aunque ahora hay muchos hiperactivos, que agarran la piedrita, la
lanzan”, comenta con una sonrisa Luna.
Irrespetar a Luna sería
una contradicción, se dirige a todos iniciando o concluyendo frases con la
palabra familia, amable trato que usa sin distinción. “Familia, para los
tremendos tenemos solución, cuando se pelean, los pongo agarraditos de mano. Sigo la
práctica, cuando se fastidian los incorporo de nuevo”, detalla.
Los niños se preparan para correr las bases. |
En relación a los cambios en el
entrenamiento con chicos, explica Jonás que “actualmente en las categorías
inferiores utilizamos pelotas de tenis, con eso evitamos lesiones y traumas.
Siempre recordamos el caso de un niño alto que fue incorporado a un equipo
avanzado y recibió un pelotazo con Wilson o Tamanaco. Bueno, ese niño no jugó
más”.
Asimismo, narra que el aprendizaje es
un proceso de transformación que significa dominar la pelota. “Cuando lo hacen,
empezamos a entrenar con la pelota de Kenko, una goma maciza, que también pega
duro pero menos que la de cuero”.
Víctor Luna también lo entiende así y
reconoce que la mayor dificultad de los chicos al aprender beisbol, es:
“Quechar, usar el guante. Ese es el
primer toque que deben aprender cuando ingresan que llegan de cero”.
Complementa Jonás diciendo, que los
infantes de ahora aprenden mucho más rápido. “No sé, si son los videojuegos o
videos, pero lo hacen e imitan a jugadores profesionales. Quizás por eso ahora
maduran antes, por ejemplo, los profesionales a los 25 están en su punto y a
los 35 están para el retiro”.
Ambos entrenadores, no saben a ciencia
cierta cuantos jóvenes han educado en valores y beisbol desde el año 1985,
fecha aproximada en que iniciaron en el conocido Inam de La Asunción, pero
Jonás da una idea: “En octubre pasado empecé con un grupo de tres integrantes,
y ahora, seis meses después son treinta”.
Saludo al culminar la práctica. |
Pasan los años, generaciones de niños
siguen aprendiendo de pelota con Jonás y Víctor. Antiguos alumnos, les confían
la enseñanza de sus hijos, es el caso de Alfredo Medina que comenta: “Ellos son los que saben, yo
aprendí con este dúo por allá en los ochenta”.
De igual forma, son muchos los alumnos
que han emulado el trabajo de entrenador y se encargan de algunas categorías, como Jonathan López, un joven monitor que aprendió las artimañas del
deporte en el mismo campo donde hoy prepara peloteros.
Galardones
Innumerables trofeos han obtenido este
par de instructores de beisbol de La Asunción.
Víctor asegura que son más de 19 dianas. “La mayoría de los equipos que
entreno están primeros o segundos”, dice. Por su parte, Jonás destaca del palmarés,
los nueve títulos obtenidos en la Liga Mariño en categoría Semillita y los
nueve campeonatos interligas.
Experiencia
Víctor Luna: “Me siento
satisfecho, orgulloso de trabajar con estos niños por 34 años. Este trabajo me
da salud y muchos campeonatos”.
Jonás Quijada: “Los niños
que juegan béisbol terminan siendo mejores ciudadanos”.
Por Simón Peraza Lazarde
Sol de Margarita
Texto escrito para la edición del 26-04-2019
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