Argumentos
recíprocos como fuente del litigio
Curiosamente
durante la revisión de textos y material jurídico aparecen lecturas extrañas, incautas
e interesantes, sin contar otras muchas de aquellas que no merecen conocer su
final, por su impertinencia.
Una
de esas que se dejan apreciar, fue la breve historia y reconocida por otras
muchas personas, que han titulado: “Paradoja de Protágoras”. Antes de transcribir
el texto al cual se refiere el titulo mencionado, en una breve investigación para
resaltar los detalles del curioso cuento de raíz filosófica que distingue el
arte del litigio, la controversia, la retórica, la oratoria y la argumentación, vale definir
la palabra paradoja y conocer quién fue Protágoras.
Paradoja,
razonamiento aparentemente correcto del que se deduce una conclusión falsa
contradictoria.
Protágoras
de Abdera, un filósofo sofista de origen griego, a quien se le atribuyen frases
como: “El hombres es la medida de todas las cosas”, “Sobre cualquier cosa hay
dos argumentos opuestos entre sí”.
La
historia ha sido ampliamente contada con distintos destellos, por ejemplo, en
una puede que Evatlo, quien es el discípulo de Protágoras no tuviese dinero, en
otra no quiso pagar a su maestro; lo cierto, es contada con diferencias y para
mi sorpresa en el texto encontrado, Evatlo tenía dinero.
La
anécdota de Protágoras y su alumno ha sido publicada en distintos textos, uno
de ellos, “Noches áticas”. Más de trescientas hojas en una estructura de diez
libros con muchos capítulos, ahí aparece el relato Protágoras y su discípulo. ¡Vaya
vaya! valió la pena encontrarlo, se diferencia de los textos ubicados
previamente en los que conocí la historia del filósofo maestro y el alumno filósofo,
destaca además en el cuerpo del compendio
de Aulo Gelio, otros relatos que reseñan alocuciones clasificadas en ese género,
argumentos recíprocos, infinitas
razones, argumentos veraces que no pierden validez bajo el concepto del relativismo.
A continuación el texto integro:
* Sobre los argumentos que los griegos llaman antistréfon y que nosotros podemos llamar recíproca.
1Entre los fallos que una argumentación puede presentar, sin duda alguna el
mayor de todos parece ser aquel que los
griegos llaman antistréfon. 2 A este tipo de argumentos algunos de nuestros autores los han
llamado, y ¡por Hercúles! Con bastante acierto, reciproca. 3Este fallo se da cuando el argumento propuesto puede ser recogido
y devuelto con idéntico valor contra quien lo utilizó. Tal semeja haber sido
aquella argumentación tan conocida que, según cuentan, fue utilizada por
Protágoras, el más brillante de los sofistas, contra su discípulo Evatlo.
4El litigio y controversia existente entre ellos a propósito de un
salario convenido fue así. 5 Evatlo,
un joven rico, estaba muy deseoso de aprender elocuencia y defender pleitos. 6 Se confió a las enseñanzas de un
maestro como Protágoras y prometió darle como pago una crecida suma de dinero,
conviniendo en todas las condiciones establecidas por Protágoras: le entregó la
mitad al comienzo mismo, antes de empezar las enseñanzas, comprometiéndose a pagarle
la otra mitad del primer día que defendiera una causa ante los jueces y la
ganara, 7 Luego fue discípulo y
seguidor de Protágoras durante mucho tiempo e hizo grandes progresos en el
estudio de la elocuencia; pero como no recibía encargo alguno de causas
judiciales y el tiempo transcurrido era ya mucho, dando la impresión de que
obraba así para no pagar el resto del salario convenido, Protágoras tomó una
decisión que en aquel momento le pareció astuta: 8 entabló un pleito contra Evatlo.
9 Habiéndose presentado los dos ante los jueces para, respectivamente,
defenderse de la acusación o probar la misma, Protágoras comenzó a hablar así: “Aprende,
tontísimo muchacho, que en cualquiera de los dos casos me has de pagar lo que
pido, tanto si la sentencia es favorable como si no. 10 Porque, si el pleito te
es adverso, el salario deberá serme pagado por sentencia del juez por haber
ganado yo; en cambio, si la sentencia te es favorable, el salario deberá serme
pagado por haber ganado tú”.
11 A esto respondió Evantlo: “Pude
haber salido al paso de esta artimaña tuya tan capciosa, no habiendo asumido yo
el papel de defensor, sino habiéndome puesto en manos de otro abogado. 12 Pero mi placer en esta victoria es
mucho mayor al ganarte, no sólo en el pleito mismo, sino también en este tipo
de argumentación. 13 Aprende también
tú, sapientísimo maestro, que en cualquiera de los dos casos no te abonaré el
dinero que reclamas, tanto si la sentencia te es favorable como si no. 14 Porque, si los jueces resultaran
favorables a mi causa, en virtud de su sentencia no se te deberá nada, por
haber ganado yo; en cambio, si se pronunciaran contra mí, no te deberé nada, de
acuerdo con nuestro convenio, porque no habré ganado”.
Imagen recuperada de: http://elnaufragodelaletheia.blogspot.com/2013/10/el-relativismo-de-protagoras.html |
*Texto Recuperado de: Gelio, A. Noches áticas. Ediciones griegas y latinas. Universidad de León. Salamanca:2006
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