Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

domingo, 11 de octubre de 2015

No más legado señor

El populismo con su estandarte ha acelerado y extendido el culto al fallecido líder revolucionario. Desde la confirmación de su muerte se ha iniciado una campaña por inmortalizarlo que va paralela a la que el labró en sus períodos presidenciales. El monumento en la montaña fue el primero post mortem.

Con la intención obligatoria de crear un nivel de magnanimidad a la figura del de cujus, se ha hecho presente la creación de publicidad, pancartas, vídeos y vestimenta cual marca comercial capitalista, pare usted de contar.

La razón de la constante  efigie, repetida en espacios públicos, eventos, complejos y hasta la imposición de su nombre a lugares, avenidas y obras, entre otras, no es más que la necesidad de elevar al finado al estatus celestial, el de revolucionario que no pudo ser interpelado por los desmanes y penurias que vive Venezuela desde hace más de una década.

 En este momento, en que Venezuela se encuentra en la peor crisis de la historia, donde algunos comen lo que consiguen en la diezmada variedad de alimentos, otros lo que pueden comprar con su débil salario en bolívares fuertes y algunos que consumen lo que la suerte o la dádiva socialista les alcanza; se hace redundante y sin sentido, la aparición de consignas y pregones para falsos salvadores, redentores de un país batido.

El crecido rechazo al gobierno en turno y el inminente encuentro con el evento electoral, ha apresurado el impulso vago por destacar bondades en revolución que desencajan con la realidad venezolana. La supuesta credibilidad del gobierno y la fidelidad de sus seguidores pasan por discursos repetidos con alusiones al muerto, por franelas y vallas tiznadas con la mirada vigilante, murales con falsas y rojas firmas; y por emisiones desafinadas del himno nacional en voz del "salvador" socialista.

Se evidencia el apuro por dejar una huella imborrable del socialismo siglo XXI. Las imprentas trabajan con prisa, titulares irreales con adulación penosa pero sin limitación de papel, así esparcen su tinta en la gran red comunicacional gubernamental que busca imponer una ideología fracasada, heredada desde el más profundo resentimiento comunista.

Parece no perciben el legado ya consumado. No hacen falta paredes manchadas, ni más discursos de alabanza. Él, el eterno, vive en los rastros de su gobierno, en la sombra del heredero monárquico. El sistema de salud en sí mismo es el legado, sin insumos ni médicos, gracias al más alto porcentaje de exportación profesional, consecuencia de los pírricos ingresos de los profesionales, toda una bandera ese legado. 

La delincuencia también se manifiesta con impunidad en su máximo exponente, la corrupción presente a todo nivel desde las oficinas con altares hasta los despachos con fotos y cuadros del extinto, eso también es legado.

 La hegemonía comunicacional que a fuerza de reproche y persecución de quien critica es un comportamiento antipatriota, sumándose al legado de las penurias y los antivalores que dirigen la comarca.

 ¡Más legado camarada!, no hace falta. ¡Paren las imprentas!, el legado ya ha cuajado. Destrucción y depresión, represión al que no acepte, descalificación a quien no guste. Quien denuncia, te prejuzga, te juzga y te condena.

Por cierto, en la Alemania post nazi permanecen monumentos, lugares y museos donde se exhiben muestras reales de las desgracias y daños perpetrados por Hitler y sus seguidores contra el pueblo Judío, el mundo e inclusive contra el mismo pueblo alemán, legado de la Alemania actual y moderna. Por eso en Venezuela, ¡No más legado señor!, suficiente que mostrar.    

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