Si me nombras, desaparezco. El silencio. Dice una frase tomada de una reconocida película. "Si lo que vas a decir, no es más importante que el silencio, entonces, no lo digas", otra conocida frase.
El silencio da tranquilidad, crea un ambiente para crear, innovar, descansar, pensar y muchas otras cosas más; de allí que sean muchas las frases alusivas a tan preciada palabra. "Si lo que vas a decir no es más importante que el silencio, entonces, no lo digas". Así de grande puede ser el silencio cuando se utiliza de forma beneficiosa; pero: ¿Cómo podría usarse el silencio para que no produjese beneficio?
El silencio de quienes prefirieron ganar 1 dólar por hora de trabajo, recolectando frutas en los Estados Unidos que iniciar una huelga y reclamar un salario justo por miedo a consecuencias. Puede considerarse beneficioso, si lo que pretendes es proteger tu vida de la muerte, podría alguien pensar que si, pero si preservas tu vida recolectando frutas, ganando un salario que apenas te alcanza para morir lentamente, entonces el silencio se hace cómplice.
En Venezuela, el silenció ha sido parte de la función interpretada en rol principal por los fieles al "Socialismo del Siglo XXI", etiqueta que no es motivo de discusión en este breve escrito, funge como mera identificación de los actores. El silencio ante los atropellos a quienes piensan distinto, el silencio ante la injusticia notoria en procedimientos judiciales, el silencio que calla para mantener un puesto de trabajo, es decir, el silencio aprendido, obligado, como autocensura que facilita la permanencia del mal.
El terror se oculta tras el silencio de muchos que prefieren no meter sus manos por miedo a perder un dedo, aún cuando muchos otros han perdido su brazo. El silencio ha sido cómplice de un régimen que apunta a alcanzar dos décadas de progresivo sufrimiento con éxito. No decir, no hacer, simplemente ignorar, facilita la estancia del mal, quien ante la falta de razón busca en el silencio de otros un cómplice..
Simón Peraza Lazarde
@sapl42
"Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada”.
Edmund Burque
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