Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

lunes, 25 de mayo de 2020

Expertos

Se sabe que mienten, la experiencia y la vibración que irradian frente a cámaras, demuestra que falsean en cada declaración donde deberían informar veraz y científicamente para que las personas comprendiesen cada por qué de la pandemia y su cuarentena. 

El irrespeto por la población, por cada profesional sigue en el guion. Extensas cadenas para repetir frases, culpar y mostrar métodos que no se cumplen; otras para dispersar odio, regañar, burlarse y terminar desinformando al estilo de Goebbels. 

Es el eslabón del sistema de poder que humilla comunicando, a través de “voces expertas” que lucen batas blancas, asegurando la eficacia en el cumplimiento de un plan -que aplana la curva de contagios-.

Hace unos años el jerarca obrero, heredero impuesto y burlón por libreto, reinauguraba un hospital en Vargas. “Los médicos” algunos con dialecto de una isla caribeña le regalaron una bata, tras una breve insistencia se la colocó y dijo entre risas: Ahora si parezco un chichero.

No hay respeto por la gente, por el médico, ni por el chichero. No les agrada la crítica ni quien la hace, tampoco los ciudadanos calificados, por lo que no hay simpatía por los científicos, pese al gusto que tienen por disfrazarse de ellos para mentir u omitir al informar. 

Amparados en la cordura de la que otros carecen, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN) en aras de colaborar con la situación y prevenir en Venezuela muchos más casos de coronavirus, presentó un informe atendiendo a los datos disponibles.

Con el temor que implica alzar la voz en este sistema, la academia hizo recomendaciones como: aumentar las pruebas PCR-RT, únicas validadas por la OMS; pidió el número de pruebas tomadas y resultados positivos para así evaluar los sesgos y urgió descentralizar el diagnóstico que solo se hace en Caracas. 

Asimismo, se atrevió a dar proyecciones tomando en consideración los datos oficiales, criticados por no ajustarse al escenario epidemiológico del virus, estimando un subregistro de entre el 63% y 95%, lo que prevé en cada contexto planteado un pico de más de 1000 casos nuevos cada día después de la primera semana de septiembre.

Inmediatamente y como era de esperarse salieron expertos de la nada, catalogando a la academia de alarmistas, acusándoles de sembrar terror al pueblo, huyendo así de las cifras y la ciencia que hoy advierte una posibilidad latente en un país con sistema de salud precario. 

Por Simón Peraza Lazarde
@sapl42


miércoles, 13 de mayo de 2020

Entre tormentas

La pandemia este 2020 ha logrado emparejar a las sociedades alrededor del mundo por días, semanas, meses, por solo un momento. El encierro ha sido el escenario mayoritario para millones de personas que juegan la lotería del virus sin haber comprado boleto.

En Venezuela ese efecto también ocurrió internamente. Las diferencias entre estratos son menos, afectados por la inactividad del momento y sus consecuencias que llegaron para sumarse a la depresión previa causada por otro virus, el chavismo. 

Se han encontrado dos tormentas sin dar tregua a una población que pide a su Dios buena salud, hasta tanto puedan migrar o superar el temporal de ambos vendavales. 

El encuentro de tempestades y la cuarentena decretada han concurrido para sentar de golpe sobre la realidad a otro lote de gente, los ajenos al problema del otro, los que creían que la bota no pisaba, los que miraban crecimiento en bodegones y normalidad en los precios en dólares con salarios en bolívares; ahora hay menos peores ciegos, disminuyeron los que no querían ver, son más los iguales.  

Todos van juntos viviendo en la igualdad, arrinconados en los hogares o en colas por alimentos, caminando largas distancias o suplicando litros de gasolina, pidiendo un día por agua y otro donde no corten el servicio eléctrico.


Después de la tormenta vendrá la calma, se decía el viejo de Ernest Hemingway a si mismo durante cada campaña en alta mar. Un marinero teme al mar bravío pero sabe que si resiste lo verá nuevamente calmo. Corresponde a los que han sido igualados asumirse como marineros entre tormentas y resistir. 

Por Simón Peraza Lazarde
@sapl42