Desatinadas, fracasadas y
criminales han sido las políticas de controles que ha ido agregando el gobierno nacional al ciudadano común pero que
al desastre corrupción de funcionarios y seguidores del régimen ni mira ni
toca.
Un listado de personas inconformes con la administración vigente
es utilizado como control en la contratación de personal. Solo adeptos al
régimen superan la prueba que facilita la captación de seres
manipulables, método discriminatorio repetido
en las instituciones públicas del país que se acompaña con campañas de terror
inducido como las amenazas con la pérdida del puesto de trabajo.
El ciudadano viajero tampoco está
exento. Una larga lista de requisitos y documentos encabezan el ritual
burocrático que debe seguir el venezolano que no pertenece a la élite corrupta gubernamental
para comprar divisas que se asignan limitadamente.
Esos dos controles que son solo una
parte de la universalidad de alcabalas para el desenvolvimiento del ciudadano
venezolano, son: La lista partidista sectaria que funge como filtro para
aquellos que buscan oportunidades laborales pero no están a favor del sistema
de gobierno actual y la carrera de obstáculos para adquirir moneda extranjera, estos
son ejemplos claros de la realidad venezolana discriminatoria y opresora de
libertades inherentes a la persona en Venezuela que desde casi dos décadas
perdió su condición de ser humano libre.
Pudiésemos distinguir dentro de
la cotidianidad impuesta por los delincuentes inmorales camuflados de
gobernantes demócratas que sus políticas de estado están enfocadas en la
consecuencia premeditada de controlar la sociedad para mantener el poder a toda
costa, “como sea”.
La inseguridad que aumenta cada
año sin pesar de quienes dirigen, sin meditación que permita aplicar soluciones
efectivas demuestra en casi 20 años de gobierno charlatán y supuestamente humanista que el control y la
omisión forman parte de su caja de herramientas.
El colmo del colmo alcanza hoy la
salud y alimentación del venezolano. En la supuesta y más próspera revolución que
hubiese existido, los anaqueles en comercios están vacíos, las neveras en cada
casa tienen espacio de sobra, comedores universitarios están cerrados sin
presupuesto, carteras y cuentas personales corroídas por la inflación, productos
regulados desaparecidos, compras de alimentos condicionadas por numeración del
documento de identidad, humillantes colas que se extienden bajo sol y lluvia
para adquirir alimentos, y una nueva clase social pudiente, el bachaquero: son algunas
de las políticas detestables e inhumanas promovidas en el estado venezolano.
No es mera coincidencia que el
acontecer nacional vistodesde cualquier ángulo esté perjudicado por controles y
conductas que para nada resuelven los conflictos de la sociedad
venezolana, demostrando la intencionalidad e ineptitud que sigue socavando instituciones
y desgastado al ciudadano que extenuado y cansado ahora tiene un nuevo control, el hambre.
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