Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

sábado, 23 de mayo de 2015

Lengua Oficial



Venezuela como otros países, goza en su extensión territorial de distintos dialectos apreciables por la población en general. En el oriente se habla rápido, algunos dirán atropellado; en los andes cantado y lento, en la capital neutro, en el llano un cantar veloz en comparación con el andino, entre otros. Cada zona tiene en su vocabulario, jergas, curiosidades y palabras utilizadas en su cotidianidad.

El idioma castellano es la lengua oficial de Venezuela. Se enseña desde temprana edad en las escuelas del país, desde hace muchos años, incluso antes del decreto del presidente Antonio Guzmán Blanco, en el que se declarase la educación popular, gratuita y obligatoria en el año 1870.

Las nuevas sociedades influenciadas por la tecnología y personajes que comparten a través de los medios de comunicación, igual o más tiempo con los jóvenes que con sus padres y maestros, es significativo garantizar la calidad de los mensajes que se distribuye en ellos.

En esta época los políticos de turno dedican más horas en los medios de comunicación hablando que concretando soluciones a innumerables problemas sociales y económicos. Los gobernantes empedernidos que disfrutan espacios radiales y televisivos durante la agonía colectiva de la población, podrían mostrar una imagen más digna, que incentive la educación; y no por el contrario, crear discursos vacíos y repetitivos que demuestran los valores y el nivel de educación que no tienen, que son necesarios para fomentar un país digno del siglo en el que se vive. Estos políticos en las parrillas de los medios de comunicación son complemento de una deteriorada programación que solo es superada en su mediocridad por el género de música reguetón, causal de deterioro del lenguaje y comportamiento de niños y jóvenes.

El discurso que perjudica no es, el que se equivoca una vez y tiene la capacidad de corregirlo, ¡No! Uno de los problemas, es la repetición insistente, sin remiendo alguno, mientras el televidente, oyente o lector lo asume como frases y palabras correctas.

El problema no termina allí, se incrementa cuando los discursos de horas son bañados en inventos, errores en el lenguaje, objeto de risa del desvergonzado ponente, quien en su incapacidad de corregir, reincide y se mofa como si fuese un gran chiste. En otras oportunidades, no solo se burla, sino que, alega haber hecho una broma; que sepan esos políticos que viven de hablar broza, que más allá de ser una vergüenza, son culpables del deterioro en el lenguaje de quienes tienen la televisión nacional como la escuela más cercana a la que han asistido.

No es normal, no está bien y no es nada estético abusar en la creación imperdonable de sustantivos femeninos en masculinos, o viceversa. Si uno de los políticos a los que se hace referencia, escribiera este artículo se duplicarían las palabras del texto y hubiese risas propias para hacer más populares estas palabras.

Discursos oficiales cargados de barbaridades, palabras sin sentido e inventadas, uso reiterado de femeninos y masculinos, cuando aplica y cuando no, están a la orden del día. Las razones podrían ser el desconocimiento; pero no, la teoría de la intencionalidad en busca de la repetición para fijar una matriz de opinión, mostrarse populacho y hasta bufón, o quizás feminista si el público destino en su mayoría son mujeres, demuestra que se usa disfraz según la ocasión.

Camaleones preparados, preparados para ser torpes, un absurdo que gobiernen sin preparación y mucha improvisación. El trabajo de dirección y la capacidad para idear el camino al progreso, debe ser para  personas con cualidades y bondades oportunas, más que ideología vencida y fermentada. Las costuras se le vieron antes de llevar los títulos y cargos. Las fallas que no procuran ocultar, quizás con fines de confusión, oculta verdaderas intenciones con simulaciones de memos.

Las limitaciones de algunos funcionarios se pueden diseminar con la ayuda de un gran equipo de trabajo, no se perdona que figuras de importante posición no dispongan de la investidura  necesaria. Destilan léxico distorsionado que repiten para convertirlo en moda del siglo XXI. Mucho traje y poco estudio podría ser una variable de un famoso refrán utilizado por un coloquial Presidente, abogado y comunicador social.

Se afirma que la falta de estudio en educación primaria, secundaria o universitaria del Presidente actual, no es la única razón de su mal hablar. La otra razón, es netamente estratégica, se dice que para mover la mira del amplio espectro de problemas del país, inventa palabras, utiliza mal, el completo y rico idioma castellano, es decir, distrae.  Podríamos sumar a las bondades de la verborrea charlatana del señor presidente, la facultad de inculcar antivalores y subjetivamente promocionar la deserción escolar o interés por el estudio. Algunos dirán: Yo puedo hablar así, sin reglas, inventando y gritando fuerte a quien no agrada.

 Los aplausos en el auditorio que constantemente acompaña a esos políticos de turno, no son garantía, ya se sabe que los heredados seguidores, por cierto, disminuidos, tienen por costumbre el aplauso de acuerdo al tono de voz del discurso, una palabra inventada, una frase que ofenda a quien no apoya sus atrocidades ó quizás un aviso luminoso que indica el momento. Lo cierto es, que los aplausos que validan el discurso en mal castellano, promocionan la nueva lengua oficial.