Criterio Nuestro es el blog personal de Simón Adrián Peraza Lazarde. Un poco de mucho donde participan colaboradores escribiendo opinión, investigación y demás géneros periodísticos o literarios.

miércoles, 14 de junio de 2017

Miseria progresiva

La progresividad en los derechos es uno de los elementos que caracteriza nuestra vigente constitución como garantía frente a propuestas que traen el retraso como norte. Ese principio ha estado escrito allí, en su artículo 19, como característica de los derechos humanos de cada ciudadano que debe garantizar el estado. Ahora bien, el problema no es lo que diga la constitución, sino como lo interpretan,  la conveniencia del intérprete.

Un ejemplo fresco, es el alegato de progresividad mencionado ante un proceso electoral sectorizado que excluye a la mayoría poblacional, olvidando la universalidad para dejar en pocas voces la decisión del contenido de un nuevo texto constitucional, dejando a discreción de quien ha hecho la convocatoria, la postulación y escogencia, es decir, quien paga también se da el cambio.

Dentro del mismo proceso que se hace referencia en el párrafo anterior, se omite la consulta previa a la población, la pregunta: 

¿Quieren ustedes una nueva constitución pueblo amado? 

Para quien propone la Asamblea Nacional Constituyente, obviar la pregunta es un elemento de progresividad, que le evita al pueblo la pérdida de tiempo -para alcanzar ahora La Paz-, la patria socialista o cualquier otra falacia que permita retener el poder. Como si no fuese suficiente progreso en el retroceso de la democracia, hay personas que valen más que otra. Si, algunos tienen dos votos y otros uno.

El salario menguado por la inflación; el hospital donde en alguna época hubo medicamentos, gasas y médicos especialistas; los alimentos que comprabas cuando querías y no cuando podías; por solo nombrar algunos otros ejemplos no electorales, son derechos constitucionales todos, para nada progresivos en la Venezuela de hoy.

Progresar es avanzar pero mejorando. Ni la elección sectorizada, ni el salario disfrazado de bono de alimentación para no incidir en las prestaciones, ni mucho menos las cajas o bolsas Clap, son ejemplo de progresividad, pero si medidas que quieren hacer permanentes. Quienes hoy necesitan una nueva constitución buscan garantizar más poder por más tiempo, amparándose en falsos supuestos de progresividad, avanzando a un único destino, la miseria.

Simón Peraza Lazarde
@sapl42

domingo, 4 de junio de 2017

Silencio cómplice

Si me nombras, desaparezco. El silencio. Dice una frase tomada de una reconocida película. "Si lo que vas a decir, no es más importante que el silencio, entonces, no lo digas", otra conocida frase.

El silencio da tranquilidad, crea un ambiente para crear, innovar, descansar, pensar y muchas otras cosas más; de allí que sean muchas las frases alusivas a tan preciada palabra. "Si lo que vas a decir no es más importante que el silencio, entonces, no lo digas". Así de grande puede ser el silencio cuando se utiliza de forma beneficiosa; pero: ¿Cómo podría usarse el silencio para que no produjese beneficio?

El silencio de quienes prefirieron ganar 1 dólar por hora de trabajo, recolectando frutas en los Estados Unidos que iniciar una huelga y reclamar un salario justo por miedo a consecuencias. Puede considerarse beneficioso, si lo que pretendes es proteger tu vida de la muerte, podría alguien pensar que si, pero si preservas tu vida recolectando frutas, ganando un salario que apenas te alcanza para morir lentamente, entonces el silencio se hace cómplice.

En Venezuela, el silenció ha sido parte de la función interpretada en rol principal por los fieles al "Socialismo del Siglo XXI", etiqueta que no es motivo de discusión en este breve escrito, funge como mera identificación de los actores. El silencio ante los atropellos a quienes piensan distinto, el silencio ante la injusticia notoria en procedimientos judiciales, el silencio que calla para mantener un puesto de trabajo, es decir, el silencio aprendido, obligado, como autocensura que facilita la permanencia del mal.

El terror se oculta tras el silencio de muchos que prefieren no meter sus manos por miedo a perder un dedo, aún cuando muchos otros han perdido su brazo. El silencio ha sido cómplice de un régimen que apunta a alcanzar dos décadas de progresivo sufrimiento con éxito. No decir, no hacer, simplemente ignorar, facilita la estancia del mal, quien ante la falta de razón busca en el silencio de otros un cómplice..

Simón Peraza Lazarde
@sapl42


"Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada”. 


Edmund Burque